Sunday, August 22, 2021

Buscando Ataraxia


Cuando hablamos de ataraxia, nos referimos a un término griego que significa calma, quietud en medio de los problemas. Es una palabra que he utilizado como un mantra personal cada vez que siento que todo se está saliendo de control, recordándome que, aún en medio de la tempestad, puedo alcanzar un estado de tranquilidad. 

La primera vez que vi la palabra fue en la novela "A Court of Silver Flames" de la diosa Sarah J. Maas (alabada sea por siempre). El personaje principal en el libro estaba pasando por una fuerte depresión, estrés postraumático, y alejaba a todos de ella para así no ser lastimada; atacaba primero para así no recibir ningún ataque. Ahogaba sus penas en alcohol, sexo y soledad. No fue hasta que logró descubrir su propio valor que entonces salió de este patrón de autodestrucción. Cuando desarrolló sus poderes y se volvió una guerrera, nombró a su espada Ataraxia, algo que había aprendido a través de la meditación. Eso último la ayudó a canalizar sus emociones, y poder encontrarse a sí misma en medio de todo el caos que abundaba en su mente. 

Esto causó un fuerte impacto en mí, y me inspiró a buscar esa misma calma en mi interior. Fue propulsado también por la idea de que, si deseo cambiar el mundo a mi alrededor, primero debo buscar cambiar mi mundo interior. El mundo se vuelve un reflejo de lo que yo soy al final. 

Ataraxia se volvió mi mantra, mi nombre, la palabra que me recuerda que en medio del caos, me puedo volver a encontrar las veces que lo necesite. Pero, ¿cómo hacerlo ahora? 

Estos días confieso que han sido puro caos tras otro. Creo que me desconecté de tal manera en las vacaciones que, el volver a trabajar ahora, ha sido más fuerte de lo que imaginaba. No me malentiendan, no me arrepiento para nada de haberme desconectado. Lo necesitaba y lo merecía, y no me sentiré culpable por escogerme a mí. Sin embargo, la transición ha sido fuerte, por decir lo de menos. Hay días que fluyen mejor que otros, aunque es difícil encontrar ataraxia en esos días difíciles- pero es cuando más necesito hacerlo. 

Me estoy enfrentando ahora mismo a un año escolar muy diferente. Desde la pandemia, esto ha sido cambio tras cambio sin detenerse. Obviamente, sé que no soy el único que está pasando por esto; no soy tan egoísta como para pensar que soy el único que lo está pasando difícil. Este año escolar presenta muchas cosas a las cuales no estaba preparado, y cada día trae un giro distinto al que debo acoplarme de la mejor manera posible. Se incluye todo el protocolo por la pandemia que aún nos agobia, los exhaustivos requerimientos semanales, la impaciencia, y cientos de cosas más. 

Para añadir a esto, este año comienzo mi año de internado en Montessori, el cual es prácticamente mi práctica en la metodología. Solo pido que el proceso pase rápido. Intento no pensar mucho en el futuro, y simplemente prepararme para él con calma, tratando lo más posible de centrarme en el presente. Sé que puedo hacerlo, sé que estaré bien; confío mucho en mí y sé que soy capaz de lograr esto y más. Pero soy humano, y sería un mentiroso si dijera que no me asusta. 

A esto le vamos a incluir que soy el maestro enlace de un proyecto nuevo, el cual se centrará en el contacto directo con la naturaleza. Es un proyecto que me emociona e ilusiona mucho, ya que estaremos trabajando en la creación de un mariposario. Suena genial, ¿no es cierto? Pero a la vez se exige tanto en el proyecto. Tiempo fuera del horario escolar, adiestramientos lejos de casa, reuniones, coordinación de actividades, trabajo con la comunidad escolar, y mucho más. Es un emocionante proyecto, pero intimidante a la vez. 

En resumidas cuentas, me siento abrumado. Aunque creo que estoy logrando mantener bastante bien la calma a pesar de todo, a veces temo que no vaya a poder con todo. Que no vaya a ser lo suficientemente fuerte o capaz como para sobrellevarlo en su totalidad, o que no logre canalizar mis emociones de la mejor manera posible. Intento dejar el estrés laboral fuera de casa, pero en ocasiones mi mente me traiciona cuando menos lo espero. ¿Realmente estoy listo para todo? Muchos pueden decirme que sí lo estoy, pero quien necesito que me lo diga y se lo crea soy yo mismo. 

Hay algo con lo que soy muy celoso, y es con mi tiempo personal. No me llevo trabajo para casa, y me tengo absolutamente prohibido trabajar en la noche. Ese es tiempo para mí solamente y poder despejar mi mente. Son momentos para leer, escuchar mi música, hacer mi rutina de cuidado para la cara, ver televisión, hablar con mis personas especiales, y más. No es tiempo para trabajar, punto. Fue algo que trabajé mucho con mi psicóloga, y no pienso volver atrás. Sin embargo, me preocupa que toda la carga que voy a tener me quite del tiempo que tengo para mí en el sentido de, por ejemplo, llegar tan cansado a casa que lo único para lo que tenga energía sea para dormir. 

Temo volver a caer en mi viejo patrón donde lo único que hacía era dormir y trabajar, usando mi casa solo como un punto intermediario. A ese estilo de vida donde permitía que el trabajo me consumiera. Me gusta lo que hago, pero no quiero que se vuelva el centro de mi vida. 


Una de las cosas que más afectó mi salud mental fue el no saber separar mi vida laboral de la personal, y seguir llevándome trabajo y estrés a mi casa. Esto es algo que realmente no quiero volver a hacer, ya que fue muy dañino para mí. Cuando no me queda espacio para conectar conmigo, para distraerme, para soltar y dejar ir, solo me queda el trabajo, y con él, el estrés. Mi mente se llena sin la posibilidad de liberar lo que llevo en ella, y el sentimiento de estar abrumado incrementa. 

Es mucho. Hay días que en realidad es demasiado. Como dije anteriormente, soy humano. Sí he logrado vencer obstáculos anteriormente, pero no con mi salud mental balanceándose en una cuerda floja como lo está ahora. Ahora, las circunstancias no las puedo cambiar, no realmente; no tengo ese poder. El internado sigue ahí y es algo con lo que debo cumplir, al igual que el proyecto nuevo. El año escolar va a continuar, ya sea como vamos o bajo una modalidad virtual nuevamente (espero que no sea así). Nada de esto va a desaparecer, y nada va a cambiar. 

Quien tiene que cambiar soy yo. 

Es en estos momentos donde buscar esa tranquilidad es crucial, y si no tengo el tiempo para hacerlo, entonces crear ese tiempo a como dé lugar. 

Cuando estoy tan abrumado, cuando siento que la carga es muy pesada, cuando tengo tantos detonantes a mi alrededor para caer nuevamente en un espiral de auto destrucción, ¿cómo encuentro ataraxia? ¿Cómo vuelvo a traer mi mente y espíritu a un estado de serenidad? Después de todo, dicha serenidad no representa una ausencia de problemas, sino un estado donde no me dejo perturbar por dichos problemas. 

Es aquí donde me pongo a mí como prioridad, mi tiempo personal estrictamente reservado para descansar y estar con los míos. Si el tiempo que tengo es corto, pues lo aprovecho al máximo. O simplemente aprendo a crear el tiempo que necesito para volver a mí y liberar mi mente de lo que la está aprisionando. 

Hago el tiempo para tomar un libro en mis manos, sentir su peso, apreciar sus páginas, sumergirme en su historia o aprender algo nuevo. Me pierdo entre las letras y bloqueo el mundo exterior por unos minutos. Durante ese tiempo, solo existo yo en la quietud. 

Me pierdo en la música, bailo a su ritmo en ropa interior, y la uso para acompañarme en cada actividad que hago. Escucho lo que me hace feliz, o lo que refleja lo que siento en esos momentos para así no sentirme solo.


Saco el tiempo para sentarme y meditar, o intento hacerlo mientras realizo alguna labor en la casa. Aprendo a controlar mi respiración y a cómo usarla para devolver mi mente a un estado de calma. Visualizo mi energía brillando, manteniéndome con vida, y recordándome lo maravilloso que se siente conectar con el universo a mi alrededor. Canalizo lo que siento sin depositar esa energía pesada en nadie más, porque nadie tiene culpa de lo que pueda estar pasando. 

Aplico las técnicas que me enseñó mi psicóloga para poder separar lo que pasó durante mi jornada laboral, de mi casa. Aplico sus técnicas para el manejo de las emociones, y para establecer límites a los demás y a mí mismo. Los límites son importantes, ya que me ayudan a proteger mi energía, mi espacio y mi tiempo. Refuerzo mi autoestima con las lecciones que ella me enseñó, y me refuerzo en la idea de que no tengo que poder con el mundo todos los días; también se vale descansar y simplemente existir mientras recargo mis baterías. 

Aprovecho y me recuerdo que, lo que no pude hacer hoy, podré hacerlo mañana. Que lo que importa es el presente donde estoy viviendo, y que de nada me vale preocuparme demás por lo que aún no ha pasado; es una pérdida de tiempo al final del día. Tomo del pasado lo que pueda aprender, y el resto lo dejo atrás, escogiendo vivir sin ser esclavo de lo que pasó ni de lo que todavía no ha pasado. En otras palabras, escojo vivir un día a la vez, y encargarme de cada tarea una a la vez. No pasa nada si hoy no pude- mañana será otro día. 

Tengo la suerte de contar con amigos maravillosos. Gente hermosa, con corazones de oro, que no fallan en sacarme una sonrisa cada vez que me hablan o los veo. Es como si al verlos o escucharlos, la energía que me faltara volviera en cuestión de segundos. Es algo que solo puedo describir como magia. Si alguno está leyendo esto hoy, solo me queda estar en eterna gratitud por ustedes y la maravilla de su existencia. Incluyo la belleza extraordinaria que reencontrar esa presencia especial en mi vida, que trae consigo la magia de la posibilidad, y la voz que, sin importar lo que pase, trae balance, estabilidad y paz a mis días. Amo la idea de ti. 

Al final de todo, buscando la luz de ataraxia, encuentro la magia y la fuerza que habitan en mí. Me hago consciente de mi poder interior y las cosas extraordinarias que puedo lograr si solo creo que puedo hacerlo. Son cambios grandes a los que me enfrento, con muchas cosas nuevas que están por venir. Pero tal vez, si cambiase mi perspectiva y recordara más a menudo de lo que soy capaz, el trago no sería tan amargo. Son puertas de oportunidad que están llegando a mi vida, y así es como debo verlas- nuevas oportunidades, no nuevas cargas. Representan la posibilidad de construir algo nuevo en mi ámbito laboral y personal, y el inicio de lo que posiblemente sea una gran aventura. 

No va a ser fácil. Habrá días en los que sentiré que no podré más, que es imposible. Pero nunca he necesitado que las cosas sean fáciles, solo que sean posible; yo me encargaré del resto. No creo, sé, que este año será cuando definitivamente me probaré a mí mismo y de lo que realmente soy capaz. 

No es arrogancia. Sé que puedo hacerlo. Soy fuerte, soy brillante, y soy capaz, aún en los días difíciles.

No es egoísmo. Mi tiempo personal no se compromete por NADA. Mi salud mental no es negociable. 

Al final del día, no puedo encontrar ataraxia, porque no es algo que pueda encontrar. Es algo que debo crear. Si quiero calma y serenidad, me tengo que hacer consciente y presente, y crear esto que anhelo, porque no me va a caer del cielo. Si deseo un cambio, tengo que generarlo, no esperar por él. 

Creando la calma, me permito ser vulnerable. 

En conclusión, no es cuestión de buscar oportunidades de quietud y paz, sino de crearlas y traerlas a mi vida, y que el potencial para atraer esto ha estado en mi interior siempre. Me regalo la magia de crear mi amada ataraxia en mi vida. A ti, querido lector, te regalo la posibilidad de crear calma en medio de cualquier tribulación. 

Te regalo Ataraxia. 


P.S. Deberían leer los libros de Sarah J. Maas. No se arrepentirán. 


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