Sunday, March 6, 2022

Reflexión sobre una semana pesada

Ya hasta la madre. Salud 🍸


Me levanto. Me lavo la boca. Me baño. Me visto. Me arreglo la cara, porque mi rutina de piel es sagrada. Corro para el trabajo. Doy clases. Salgo. Trabajo con los perros de casa. Doy tutorías. Como algo. Me baño. Me arreglo la cara. Duermo. Y así cada día. 

Cuando dicen que la rutina mata, no están mintiendo. 

Soy capaz de manejar el estrés, pero hay días que se hace más difícil. Sé manejar la compleja soledad que viene con vivir solo, pero a veces el silencio en casa hace más ruido que una fiesta. Conozco mis herramientas para trabajar con mi depresión, pero tengo mis días que no hay herramienta que valga. Sé que estaré bien, pero a veces solo quiero estar en mi casa, acostado en mi cama mientras miro al techo y escucho música. A veces puedo con el mundo, pero a veces el mundo puede conmigo. No soy tan fuerte como trato de aparentar, ni la mitad de feliz de lo que pretendo. Hay días que fingir una sonrisa es fácil, pero hay otros donde el solo pensamiento de sonreír se vuelve una misión. 

A pesar de que tengo personas a mi alrededor que me aman, el sentimiento de soledad no se desvanece. Es como estar frente a un precipicio a punto de caer, rodeado de personas que conozco, y les grito para que me ayuden, pero nadie parece escuchar. Solo se escucha el viento, y este me dice que no me atrapará si caigo. 

De repente entre tanto caos, me pregunto si realmente estoy haciendo lo correcto con mi vida. O aún más aterrador, el pensamiento de qué cuernos estoy haciendo con mi vida. Me surgen miles de preguntas, cuestionamientos, porque veo que a veces me estoy estancando y no sé cómo salir. No tengo todas las respuestas, y tal vez nunca las tendré. Por ahora, solo intento manejarme dentro de mi confusión. 

Debe haber más en la vida que solo trabajar y pagar cuentas.

Por más que intento dar buena cara y estar motivado, se me hace más complicado cuando la mayoría de las personas que me rodean solo hablan para quejarse, encontrar un problema a todo, criticar, burlarse y atacar a otros. Me alejo, me refugio en mi espacio interior, pero llega un punto en que la negatividad se vuelve muy pesada. Llega el punto donde no sé si simplemente deseo desaparecer, o ser encontrado. 

Pero entonces, ¿encontrado por quién? La respuesta probablemente sea yo mismo, y si es así, ya estoy trabajando en eso a diario. Tal vez no lo parezca por todo lo que he escrito, pero sí trabajo en mí, y mucho. Es solo que unos días ese trabajo corre mejor que otros. 

Cumplo con mi rutina a diario, cuidando de no fallar en nada ni a nadie. Entonces me doy cuenta que me olvidé de mí. Di abrazos sin recordar que el primer abrazo me lo debía dar yo. Di sonrisas, mas no me sonreí en el espejo cuando vi mi reflejo. Di un consejo a alguien triste, mientras ignoraba mi propia tristeza. Cumplí una rutina diaria para no fallar en nada, pero me fallé a mí cuando no me puse como prioridad. Me cuidé de no lastimar a nadie con mis palabras, pero no hablaba al momento de ser lastimado por las palabras de alguien más. Ahí llega el pensamiento de por qué me cuesta tanto ser más asertivo y no dejarme pisotear por los demás. 

No soy invisible. Estoy aquí. Mi voz también vale. Mi voz también merece ser escuchada. Mi esencia también se celebra. Pero quien primero se debe dar valor, escucharse y celebrarse soy yo. Así que, mientras me recupero de una semana que me ha hecho cuestionarme hasta si realmente esto no es el matrix, me recuerdo que me debo tratar con más cariño y más amabilidad. 

Está genial ser amable con los demás, pero la amabilidad no tiene que ser mi identidad entera. Es bueno ser amable, pero no siempre tengo que serlo. Es importante ser amable, pero no a costa de mi propio bienestar y seguridad. Está bien ser yo, vulnerable, confundido todo el tiempo, perdido en mis pensamientos, frágil y fuerte a la vez. Pero también es correcto ponerme a mí mismo en primer lugar y no sacarme de ahí. No es egoísmo- es amor propio. 

Estoy asustado y soy valiente, o al menos me encuentro en un punto entremedio. Soy hermosamente fuerte, pero trágicamente confundido. No soy perfecto, aunque me hayan educado para ser así; solo soy humano, y no siempre tengo ganas de sonreír. No se trata de, "Ema estás apagado, anímate, que tú no eres así". Mi vida, si realmente piensas que Ema está haciendo chistes todo el tiempo, se nota a leguas que no conoces ni un poco de quien realmente soy. 

Todo esto me ha llevado a darme cuenta que mucha gente me toma por sentado. Casi todos a mi alrededor de hecho. Ema sonríe, canta, brinca, salta, contesta siempre el teléfono, siempre hace chistes, siempre está dispuesto a escuchar y a perdonar. Pero Ema también se cansa, y a veces Ema se cansa de ser Ema. A veces solo quiere ser Emanuelle, y más nada. Ema no siempre va a estar ahí, Ema también se cansa de estar para los demás, pero no recibir lo mismo a cambio, y Ema no siempre tiene que entender, y perdonar, y olvidar. Ema se cansa. Yo me canso. Especialmente cuando sé que, si yo hiciera la mitad de las cosas que me hacen a diario, no quisieran volver a saber de mí. 

Por eso me doy cuenta que el culpable de todo esto soy yo, por permitir que pasara en primer lugar. Me pregunto entonces en qué punto comencé a permitir tanto. En qué punto traté como prioridad a personas que solo me ven como una opción más, o un amigo más, o simplemente alguien que siempre tendrá una sonrisa para ofrecer. 

Pero se acabó. 

No me interesa realmente cuántas personas pierda. No me importa en verdad qué vaya a traer esto. Pero definitivamente es tiempo de ponerme a mí mismo como mi más importante prioridad, y al diablo lo que otros puedan pensar. No siempre tengo que ser el amable y el gentil; a veces también se vale ser la reina con corona que se rehúsa a mirar hacia abajo. 

En conclusión, porque ya me cansé de todo esto. La rutina diaria mata, pero creo que soy más fuerte. La soledad no se va, pero tal vez es cuestión de disfrutar más mi propia compañía. No es necesario que posea todas las respuestas a mis interrogantes; se vale no saber qué diablos hago. Tal vez se trata de fluir, ver qué pasa, y buscar siempre cómo vivir- no sobrevivir, sino vivir, existir a plenitud. ¿Cómo? Ni p*** idea, realmente. Solo tengo unas verdades claras: 

1- Está bien no estar bien todos los días. 
2- Se vale llorar. Eso no me hace débil. 
3- El dolor ajeno no minimiza el mío, por más fuerte que pueda ser. 
4- No vine aquí a ser perfecto. 
5- No siempre tengo que estar disponible para los demás. 
6- Las personas correctas se alegrarán por mis límites y mi asertividad. Solo debo cuidar no ser cruel, eso no me gusta. 
7- Está más que bien no caerle bien a todo el mundo. Que me odien si les da la gana. Tengo suficiente gente que me ama. 
8- Mi trabajo sí vale la pena, aunque a veces no se sienta así. 
9- A la gente hay que dejarla hacer lo que les dé la gana, pero no con uno. 
10- No necesito que me levanten cuando me caigo. Conque se queden conmigo mientras lo hago, y no me jodan, es suficiente. 

Estaré bien. Yo sé que sí. Solo fue una semana pesada, no una mala vida. Mientras me tenga a mí mismo, todo estará bien. 


P.S. Isabela Madrigal sigue siendo el mejor personaje de "Encanto" marginales. 

No comments:

Post a Comment

Libros que leí en el 2022

Tristemente, no pude leer tanto este año como en los anteriores. Fue un año sumamente ocupado y retante, entre nuevas experiencias, desafíos...